lunes, 13 de diciembre de 2010

Los puntos en su sitio (una solución)

Iniciar un curso de literatura leyendo en clase La metamorfosis de Franz Kafka oculta una voluntad pedagógica que ni el propio profesor supo sospechar en un principio, y que sólo luego, a posteriori, ha sido capaz de comprender en parte. Si queremos adentrarnos en el mundo de los libros, hemos de aceptar de antemano que en ese mundo suceden cosas que la realidad, es decir, lo que llamamos realidad porque está fuera de los libros, no tolera, y solamente aquellos de nosotros que sepamos superar ese prejuicio e ingresar en el ancho e ilimitado universo de la fantasía podremos disfrutar con la lectura y enriquecer a través de ella nuestro espíritu racional y perezoso. Lo extraño, lo increíble, lo que nos colma de estupor y remueve nuestra conciencia civilizada y humanísima desde el instante en que nos identificamos con el protagonista -desde el instante en que nos reconocemos en Gregorio Samsa y nos sentimos como bichos en medio de esta jungla- no es ya la transformación física que opera en su organismo -pura anécdota resuelta y olvidada en la primera frase de la novela-, sino todo cuanto el argumento nos depara después, dejándonos inermes ante la terrible reflexión: ¿quién es más monstruo, Gregorio o la sociedad en la que vive y de la que no puede escapar? 

La imaginación literaria es un viaje de ida y vuelta que siempre arranca de nosotros y que siempre concluye en nosotros, y es, por lo tanto, una imagen rigurosa del mundo, un pacto maravilloso que nos permite aceptar lo inaceptable y suspender por un tiempo nuestra noción de verdad para poder ir más lejos y, a la vez, poder estar más cerca de nosotros. La historia de Gregorio Samsa nos abre de par en par las puertas de lo factible literario; quien acierte a cruzarlas sin escrúpulos verosímiles ni prejuicios cientificistas, ése ya está ganado para la lectura.

Fragmento de la obra (aún inédita) El verdadero artista,
de Jorge Martínez de Paco (1968-2001).


¡Comprueba tus aciertos!
Ya sabes que la ortografía, como hemos dicho en clase, sólo es una forma de hacer legible, comprensible, un texto.
Enhorabuena por tu participación voluntaria: no importa cuántas comas hayas acertado, cuántos puntos te hayas comido, cuántos guiones te hayas saltado. Importa que lo has intentado, que has leído y pensado sobre el tejido (la magia) de un texto, sobre ese jersey cuyas hebras conforman nuestra lengua.

Por cierto: ¿quién es Gregorio Samsa? ¿Y Franz Kafka? A ver quién se atreve a metamorfosearse en algún personaje famoso o animal extraño o cosa animada o inanimada. ¿Quién puede ser un electrodoméstico por unas horas? ¿Y Ghandi saludando a nuestro elefante? Venga, anímate y cuelga tu relato.


7 comentarios:

Victor Manuel dijo...

Gregorio Samsa es Un joven que trabaja para poder mantener a su familia, un día despierta transformado en un insecto, lo que le impide trabajar y provoca la ruina financiera de su familia. Decide ocultarse de su familia para así no asustarlos con su nueva forma, y Fran Kafka es fue un escritor bohemio de idioma alemán.

Isabel Martínez Llorente dijo...

Muy bien, Víctor. Ahora toca convertirse en algo-alguien distinto a quien eres: a ver con qué nos sorprendes...

Victor Manuel dijo...

Eran ya las cinco de la tarde, un sábado como otro cualquiera, la tarde estaba nublada,y,yo, aburrido.
No tenía nada que hacer, asique me puse ha cear una historia la cual empezaba así:
Era se una vez en un pueblo muy lejano, donde vivían cientos de habitantes, y la gente era muy humilde, nadie despreciaba nadie, excepto una persona, Búffor.
Era una persona rencorosa, amargada,envidiosa.Tenía multitud de adjetivos para describirlo pero ni uno era bueno...
* * *
Seguí escribiendo esa historia poco a poco, hasta acabar alrededor de las seis y media. Baje de a mi habitación y me dirigí al salón, de repente escuché unos ruidos muy extraños que provenían del armario.No me atrevía a abrirlo, pero con un poco de valentía lo conseguí.No sabía lo que iba a salir del armario dado que no era un adivino. A los veinte segundos salió una especie de bola fluorescente, como una bombilla, me acerqué lentamente hacia ella, la toque y...¡boom! una explosión tremenda salió pero no rompió nada, estaba confuso, al estar de esa manera no me di cuenta de que estaba es una posición bastante alta, lo veía todo desde una panorámica amplia. Tardé bastante en reconocer en lo que me había convertido, pero descubrí que era un armario, estaba un poco rígido e incómodo pero no podía ponerme de otra manera, solo abrir y cerrar mis puertas.
Mis padres vendrían de un momento a otro, yo me estaba empezado a poner nervioso. Del nerviosismo que tenía encima el aceite de las bisagras desapareció debido al sudor. Escuché el ruido del motor del coche de mi padre, abrió la puerta y gritó mi nombre, claramente no podía responder, solo abrir y cerrar las puertas del armario, no sabia si moverlas, o no, porque mis padres no responderían a un armario. Mis padres estaban preocupados por mi ausencia, pasaron la horas y no me encontraron, tenía seguro que no se les pasaría por la cabeza que su hijo fuese un armario.
Eran las once y media de la noche y note un pequeño movimiento en las patas del armario,¡era yo! notaba escasamente la sensibilidad de mis pies, pasaban los minutos y cada vez notaba mas partes de mi cuerpo hasta que a las doce en punto el supuesto ´´hechizo´´ se deshizo. Mis padres me vieron, me preguntaron que donde estaba, y les dije que era una historia muy larga, ellos se rieron irónicamente, sabía que iba a tener un castigo bastante largo.
Desde ese día me costo bastante abrir los armarios. Aquel día fue una gran experiencia para no repetir.

Unknown dijo...

Cuando una mañana se despertó, después de un sueño agitado, Gregorio se hallo en su casa convertido en un espantoso insecto. Tenia ocho enormes patas delgadas y recubiertas de pelo, su cuerpo era ovalado recubierto de un pelo negro largísimo. Tenia tres filas de dientes y unos ojos extremadamente grandes.

Gregorio se miro al espejo y vio que se había convertido en una araña gigante. Y empezó a pensar que tenia que bajar a desayunar, ir a trabajar e incluso hacer la compra. Pero, ¿Cómo se lo diría a sus padres?, y ¿cómo reaccionarían ellos al verlo?
Poque Gregorio vivía con sus padres y su hermana y era jefe de ventas de una empresa de medicamentos.

Él pensó que en cuanto a lo del trabajo pediría una baja por enfermedad, pero ¿qué haría con sus padres? Algún día tendría que decírselo pero el problema era ¿cómo?. En ese momento abrió la puerta su hermana, que como de costumbre le despertaba todas las mañanas. Claudia que era como se llamaba su hermana vio a su hermano convertido en una araña gigante. Ella quería gritar pero no podía, así que, Gregorio cerró la puerta y llevó a su hermana a la silla de su escritorio. Su hermana dijo muy asombrada:
- Qqq quién eres.
- Soy Gregorio tu hermano
- ¿Qué te ha pasado?- dijo Claudia asustada.
- Ayer fui con Sebas, mi amigo, ese que es científico e hicimos unas pruebas. Y… esta mañana me he despertado convertido en esta especie de araña gigante. Le explico a su hermana que no daba crédito a lo que estaba viendo.
- Entonces tenemos que ir a casa de tu amigo. Dijo ella.
- ¿Pero yo no puedo ir? Dijo Gregorio.
- Entonces iré yo- dijo su hermana- dime donde vive.
- Vive en la plaza de España, edificio Colón, 2ºA.
- Vale iré enseguida pero intenta que no te pille ni papá ni mamá.
- Claudia regresó con Sebas y se halló en la habitación a sus padres con su hermano.
- Traes el antídoto- dijo Gregorio.
- Si – afirmó Sebas.
Gregorio se tomó el antídoto y todo volvió ala normalidad.

Unknown dijo...

Gregorio Samsa es un personaje del escritor austriaco Franz Kafka que, un día, al levantarse por la mañana se da cuenta que se ha convertido en un insecto.

mariado dijo...

Gregorio Samsa es un personaje que creo en uno de sus libros el escritor Franz Kafka. Un día al levantarse se da cuenta de que se ha convertido en un insecto.

Anónimo dijo...

Relato de un electrodomestico


Cuando el último detalle de mi moldura fue perfeccionada, desperté. En el taller de mi creador, el que todos los días me llevaba al más prestigioso mercado de Roma, al que solo celebridades y personas de alto linaje le estaba permitida la entrada. Aunque mi dueño vestía de forma humilde, era un genio: creaba los más prestigiosos espejos, pero yo era el mejor. Entre todas sus creaciones yo era la que todos esperaban impacientes; por eso, el día que llegue todos dieron un alto precio por mí, pero él sabia, que sin duda, el mejor postor seria el rey. El día que mi artista tanto esperaba llegó, y el monarca dio el más alto precio, al que me cedió sin reparos; muy orgulloso, me mandó poner en su aposento; donde cada mañana, se miraba, creyendo ver en él aquella belleza que hace tantos años lo había abandonado.

Pasaron los años mientras que veía que las arrugas se alojaban el su envejecido rostro, mientras que yo conservaba inmortal mi belleza. No pasó mucho más tiempo cuando el patriarca se cansó de mí y me mandó llevar al desván; donde, entre muchos otros muebles, se hallaba otro espejo, al que me situaron en frente. El cristal de la vidriera estaba sucio, en él vi lo que seria yo en poco tiempo; y así fue, pasaba el tiempo y veía como mi belleza se convertía en cenizas de fuego que una vez lleve en mi.

Mucho tiempo después, tanto que no sabía ni cuanto había pasado, empezaron a sacar todo lo que ese cuartucho albergaba. Por un momento me temí lo peor, pero resulto ser que el soberano había caído en quiebra, teniendo que vender así todos sus vienes; sus deudas era tan grandes que ni los incrementados impuestos del pueblo habían sido capaces de acarrear sus deudas.

Caí en las funestas manos de un importante arquitecto, Renzo Piano; el cual vivía con su mujer y la única hija que habían sido capaces de tener, una niña caprichosa que no deparaba en medios para conseguir sus ambiciones; aunque, la mayoría de las veces le bastaba con pedirlo. Al principio, yo era el regalo de cumpleaños de la esposa de Renzo, “un bonito adorno para que veas cada mañana tu bonito rostro”: ponía en la tarjeta. Pero al abrirlo, la pequeña lo quiso para ella; así que, se lo pusieron en su recámara. Cada día veía como la pequeña se miraba, dibujaba e inventaba ardides para corromper la paz de la lustrosa casa.

Un día, la niña le pidió a su madre que quería otro espejo, que estaba harta de mi; la mujer, sabiendo de mi valor me vendió al mejor postor, cuando estaba en la puerta esperando al camión que me transportaría hacia mi paraíso, porque cualquier lugar seria un paraíso comparado con este infierno, la niña tuvo un ataque de histeria.

-Quiero el espejo- berreaba una y otra vez

-Si ya lo hemos vendido- suplicaba la madre

-Quiero el espejo- lloraba.

Y me empujó, en grito de “si no es mió no será de nadie”

Y bajo las caprichosas manos de una niña maliciosa acabó mi vida, como si nunca hubiese tenido sentimientos.



Marta Molina 3ºA